martes, 14 de junio de 2016

El pasado 2 de junio Manuel Belda participó en , el programa de las  Tertulias de la Fundación (dentro del programa Mas  (que) Quijote) ofreciendo una interesantísima ponencia que bajo el título: El Quijote: visión de un aficionado desgranada curiosidades sobre el  cómo y  el porqué de su colección de más de seiscientos quijotes. Todos los asistentes disfrutaron tanto de ella que le pedimos que nos la dejara para que a través de nuestro blog mucha más gente pueda disfrutar de sus conocimientos sobre el quijote

La locura de coleccionar quijotes


Manuel Belda Rivero


A mi madre que, como la pastora del Quijote, se llamaba Marcela.


Quizá la pregunta que más he escuchado con relación a la colección de quijotes es cuándo la empecé.
Pues bien, si veinte años no es nada, pues eso, hace nada, hace unos veinte años.
Pero, en honor a la verdad, y aunque yo no nací con un quijote bajo el brazo, todo empezó años antes…

Todo empezó en un lugar de mi casa, con un Quijote que teníamos.
El primer quijote.
El quijote forrado de plástico transparente, de la editorial Ramón Sopena, publicado en 1968.

Ese quijote que ignoraba, a ver quién lo iba a saber, que iba a ser el primero de la colección venidera…mi particular edición príncipe…

El quijote que leeríamos, o empezaríamos a leer, todos… mis hermanas, mi hermano, mi padre… (lo recuerdo enfrascado en su lectura, en muchas ocasiones…) y yo claro. En distintas épocas. En el bachillerato, en la universidad…
Un quijote, un libro, humilde, sencillo. Fácil de manejar y de leer. Sin pastas de piel ni grandes alardes de papel ni de imprenta. Sin lujos pero de lujo.

Ese quijote que nos acompañó tantas veces.
Ese que nos enseñó todo lo que enseña un quijote… Que no es poco.

Porque si todos los libros guardan en sus páginas la memoria de los dedos,  ese, de una forma especial guarda el ADN de mi familia…
Por eso de cuando en cuando vuelvo a él…
Y allí encuentro un poco de mi esencia, de mi existencia…De mi vida. Sin duda.

Y me siento muy a gusto leyendo en él.  
A nadie se le escapa, como comprenderéis, que tengo dónde escoger para leer el Quijote…
Pero os confieso que, no sé por qué, pero la mayoría de las veces ése es mi preferido…
Y hasta diría que él se alegra de que lo vuelva a coger entre las manos. De que vuelva a acariciar sus hojas… De que vuelva a abrazarlo contra mí… y contra el paso de los años… Porque cada libro tiene su corazoncito…
Y al abrirlo me encuentro otra vez con esa vitola grande, una vitola, curiosamente, alusiva al Quijote, que mi padre dejó allí, y que hacía de práctico y singular marcapáginas. Y me encuentro también,  unas hojas secas de color granate, que no sé quién ni cuándo guardó allí…Y una estampa…

En un lugar de la casa, en un lugar de mi casa…En un lugar del Quijote.

Y bien. Perdonad que, nada más empezar, me haya despachado con esta licencia casi sentimental, a modo de prólogo y dedicatoria.

Es hora de pasar a los capítulos de esta historia donde trataré de contaros las aventuras y desventuras de este aficionado a coleccionar quijotes y otros cachivaches…quién sabe si tratando de emular al hidalgo Alonso Quijano o de competir en buena lid con su locura, la locura de los libros y de coleccionarlos.

Y, en una historia de libros, lo primero que no puede faltar es el personaje del librero; la figura del tenaz librero que venía por casa, por mi oficina, para ofrecerte una enciclopedia de consulta, una colección de libros de naturaleza o, por qué no, un Quijote en cuatro tomos preciosos, espectaculares, con láminas de alguien con nombre muy raro, un tal Schlotter… En concreto el Quijote  coordinado por Camilo José Cela… El quijote llamado de Cela….
(No está en la Exposición, no podían estar todos…)
Encuentro una nota de prensa de la época de este Quijote…

Cela supervisa una edición del "Quijote" para coleccionistas (7 octubre 1979 –Alicante)

“Con la presencia de Camilo José Cela y del pintor Schlotter ha sido presentado en Alicante el primer volumen de los cuatro que componen la edición del Quijote, leído por Camilo José Cela e ilustrado con 160 aguafuertes de Schlotter y que ha sido editado por la galería Rembrandt, de Alicante.
Según señaló el propio Camilo José Cela en la presentación, su tarea en esta edición ha sido la de «haber fijado el texto. Porque el Quijote, a fuerza de sucesivas ediciones, hay que revisarlo para ver con cuál de ellas se queda. El criterio seguido ha sido el de no tocar aquellas palabras que figuran en el diccionario de la Academia, o que un hombre medio, no un especialista filólogo, pueda entender; luego hay otras palabras ininteligibles y otras erratas de ediciones sucesivas. He procurado dar una lectura que se pueda hacer de corrido por una persona normal».
También manifestó el académico que no se trata de una edición crítica, y adelantó que al final de los cuatro volúmenes habrá un epílogo, en el que explicará aquellos casos más notorios sobre los que ha trabajado.
Esta edición del Quijote tendrá solamente trescientos ejemplares de tirada y va dirigida fundamentalmente a coleccionistas… (yo todavía no lo era, o no lo sabía, claro…)
 En un futuro próximo, la misma galería de arte tiene el propósito de editar estos mismos volúmenes del Quijote en edición facsímil, menos lujosa.”



Retornemos a nuestra historia.

El librero, paciente e incansable, como tantos de ellos, volvía otra vez. En aquella ocasión,  con un gigantesco quijote… que, pasados los años, he visto que llaman el Quijotón… Y que todavía, hasta la fecha, no conozco otro de mayor tamaño…
Es ese quijote que, en la Exposición, está flanqueado y custodiado por la pareja de “santos”, entre comillas, de madera, (si el quijote es, si se me permite el símil, la biblia de nuestra lengua, de la literatura, esa pareja bien pueden ser sus santos…)

Teníamos, pues, ya, mira por cuanto, tres de los personajes más importantes de esta historia:  el librero, el coleccionista y Don Quijote.

Periódicamente, reaparecería con más quijotes el librero, el amigo Valentín, un claretiano que había dejado los hábitos para vender libros y regalar máximas y palabras con enjundia casi quijotesca… Un librero que estoicamente me siguió visitando hasta hace poco que dejó este difícil y duro oficio de ir de casa en casa… (lo vendió todo y se fue a Costa Rica, creo, a desfacer entuertos, historia de verdad digna de mención…)

A lo que iba. Héteme aquí con seis, siete, ocho quijotes… (lógicamente hace más de los veinte años que ponemos del comienzo de la colección) a los que se fueron añadiendo, con cierta cadencia, uno y otro y otro…

Y en esto llegó Internet.
Y el Sr. Google.
Y si para muchos oficios fue una ruina, también lo fue para mi librero (y para muchos más)…Si ya lo tenía difícil esto lo iría minando poco a poco… (Ahora comprendo por qué el librero se negaba a entrar por el aro de la informática…)

Con internet cambió todo. Con internet, con Ebay y con Todocolección, principalmente, se te abría un escaparate a todas las librerías, a todos los vendedores… (Sin internet, hay que decirlo, nunca habría podido reunir esta colección)

Y así, descubrí un pequeño quijote, la edición microscópica de Calleja, bellamente encuadernado, e impecable por dentro (No creo que lo hubiera leído, que lo hubiera podido leer mucha gente, si no fuera con lupa…) Me asombraba y me asombra cómo se podía imprimir un libro con las más de 380.000 palabras que tiene el Quijote, cómo podían imprimirse en un libro tan pequeño, con los limitados recursos técnicos que existían en 1900 cuando se edición… me pregunté y me sigo preguntando…


Pero fueron ese quijotín  que yo llamo y el quijotón los que sin duda me llevaron a empezar esta interminable aventura que es coleccionar quijotes.
Y digo interminable porque nunca van a dejarse de imprimir quijotes.



En el capítulo III de la segunda parte, cuando Don Quijote recibe la visita del bachiller Sansón Carrasco, el hidalgo le pregunta:
             De esa manera, ¿verdad es que hay historia mía y que fue moro y sabio el que la                  compuso?
La respuesta de Sansón revela ya la inequívoca repercusión que ya, desde los primeros años, y con la sola publicación de la Primera Parte, tiene la obra:
Es tan verdad, señor –dijo Sansón-, que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia: si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso, y aun hay fama que se está imprimiendo en Amberes; y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca.”


En algún sitio he leído que del Quijote se han publicado más de 4.000 ediciones…
Quién lo sabe. Existen varios catálogos de quijotes, el de M. Henrich (Iconografía de las ediciones del Quijote) que tanto me ha servido y que recoge las ediciones en español y en otras lenguas hasta 1900… Allí se hace referencia a unas 900 ediciones de las que unas trescientas son en español…
Sea el número que sea, se da por hecho, como todos sabéis, que es el libro, después de la Biblia, que más se ha imprimido y en más idiomas traducido…

Sigamos con la historia.

Ya con esos 10 o 15 quijotes, creo, que me decidí a tomármelo un poco más en serio. Y empezar a coleccionarlo.
Al principio sólo adquiría ediciones en español, casi todas de fondos de librerías, y compraba como os digo por internet, en Todocolección, y por el sistema de Cómpralo ya. Veía un quijote que me gustaba y lo compraba. Y sólo quijotes en español. Y contemporáneos. Del siglo XX para entendernos.
En esas primeras compras iba al banco, hacía una transferencia, y a esperar que te lo mandaran… Luego, con el tiempo, haría yo mismo la transferencia por la banca online…
Y pagaba además los portes… Rara vez los portes han sido por cuenta del vendedor. Siempre como comprador me ha tocado pagar por los portes, que en muchas ocasiones eran casi abusivos…Y ya no os cuento desde otros países…
(Es algo que me ha parecido un poco injusto. Creo que al menos debiera de ser a medias entre el que compra o el que vende…) Y puesto a pedir, debiera de ser por cuenta del vendedor, que es quien cobra…
He tenido verdaderas discusiones con este asunto.

A pagar. En aquellos primeros años con pesetas.
No recuerdo cuánto me costó el quijotín que yo llamo…Cinco mil, diez mil… (Años después, cuando he comprado otros dos quijotes microscópicos de Calleja, con la encuadernación original, ya en euros, me han costado alrededor de 150 o 200 euros…)

Tampoco hay que desorbitar las cosas…
Los que valen mucho no aparecen por ninguna parte…Al menos para comprarlos. Y si aparecen, y si lo hacen, piden cantidades imposibles…
De cualquier forma, al coleccionar quijotes nunca se me pasó por la imaginación hacerlo con un fin crematístico. En absoluto. Quien me conoce lo sabe bien. Si así hubiera sido ya los hubiera vendido…

(Como curiosidad, he leído que los últimos 8 o diez años los libros, los quijotes, se han revalorizado en un 15 por ciento anual… Ni lo sé ni lo sabía…. Y en realidad nunca me ha importado. Aunque reconozco que coleccionar quijotes no deja de ser una inversión interesante…)

Aunque,  ¿qué mayor inversión, entre otras, que 900 escolares vengan a ver y puedan acercarse a esta Exposición y se acerquen a Cervantes, a los libros, al Quijote?

¿Por qué y para qué se colecciona algo? ¿Por el hecho de tener, en el sentido de propiedad? ¿De tener por tener? ¿De tener más que otro? No lo sé. El mismo Alonso Quijano era un gran coleccionista de libros de caballería. De esos libros de caballería que lo habrían de volver loco… (bendita locura)…la mayoría de los cuales terminarían arrojados por la ventana a la pira del fuego…
Y al coleccionista Don Quijote, Alonso Quijano, no le valía cualquier libro… Y cómo le gustaba especialmente el de nuestro paisano Feliciano de Silva, donde sin duda se veía reflejado en aquello de la razón de la sinrazón que a mi razón acontece…

Porque hay una locura en cada coleccionista. Y a la postre somos un poco lo que coleccionamos o lo que hemos coleccionado. Por eso me siento muy feliz y privilegiado de poder coleccionar quijotes…

En la antigua Revista Coleccionistas se dice de los coleccionistas de quijotes que “forman curiosa hermandad que traspasa el espacio y el tiempo, unida al amor a la historia de tan loco hidalgo y de su fiel escudero...” Dice también que las ediciones raras, las que tienen alguna particularidad, se alinean en los anaqueles (qué palabra más bonita, anaquel)… en los anaqueles de estos cofrades…”

En este sentido, se está de acuerdo en que algunos de los conceptos por los que se supone que una edición es valiosa en una colección de quijotes deben ser:

. la fecha de publicación,
. el número de ejemplares de la tirada,
. la clase y la calidad del papel,
. el tipo de impresión, de letra, etc.,
. la encuadernación,
. el idioma en que está escrito,
. los estudios preliminares o comentarios de la edición,
. las anotaciones manuales,
. los exlibris,
. la calidad en general de la edición,
. las ilustraciones y el autor (todo un mundo este de las ilustraciones en el quijote)
. E incluso, se dice, que también se coleccionan por las erratas de la imprenta…
Me viene ahora a la memoria, hablando de erratas, una anécdota que se cuenta de Carlos III, que tanto hizo por el Quijote con la edición de 1780, la conocida como de Ibarra (de la que, en la Exposición, puede verse el primer tomo)

Cuenta una anécdota que el rey Carlos III, visitante asiduo de la imprenta del Don Joaquín Ibarra, le preguntó al famoso impresor en cierta ocasión, que cómo era posible que su obra, tan bien impresa, necesitase fe de erratas; a lo que contestó el maestro: “Señor, no es obra perfecta la que carece de tal requisito”.

Pero volvamos a aquellos primeros pasos de la colección...
Como os decía no compraba quijotes que no fueran en español, en castellano, y que no fueran modernos. Yo no tenía ni conocía ningún catálogo. No me atrevía a meterme en lo que ignoraba…

Hubo una excepción. La misma persona que me vendió el famoso quijotín,  un canónigo de Navarra, según me dijo.
(Y aquí podríamos hablar de la importancia de la iglesia y a la difusión, tenencia, impresión de libros…para llenar muchos capítulos…)

Me escribió el referido canónigo, como os digo,  fuera de la página de internet, ofreciéndome, casi como un secreto, como para que no lo supiera nadie,  (o eso me pareció) la venta de un quijote, un tomito en octavo (ahí empecé yo ya a tener que aprender cierta terminología) que contenía la segunda parte del quijote, del año 1755...
Que me lo vendía por 9000 pesetas… No sabía que hacer…Yo no había tenido nunca ni un libro, ni menos un quijote, con tantos años.. Y se lo compré…
No era exactamente la segunda parte del quijote, sino el 2º tomo, de cuatro, la segunda mitad de la primera parte, como posteriormente averigüé) y que estaba editado en Barcelona, por Juan Solís (Jolís, leí yo con la grafía de la S como una J…)
Le faltaba, la página de portada que, pensé yo, con mi imaginación detectivesca, le habrían arrancado para, vete a saber, borrar el nombre del propietario…
No lo sé. (Luego habré visto más de uno sin esas primeras páginas, tan importantes por otra parte… pero en fín…)

Era, es, en pasta española. Y al cogerlo en mis manos, al pasar sus hojas y al ver la fecha de edición, al leer la llamada Suma de la Tasa:

“Tassaron los Señores del Real, y Supremo Consejo de Castilla este Tomo segundo de la Historia de Don Quixote de la Mancha, compuesta por Don Miguel de Cervantes Saavedra, a seis maravedíes cada pliego, como más largamente consta en su original, a que me remito…”

 …Decía que al leer la licencia del Consejo y la Suma de la Tasa, supe que, más pronto que tarde, me iba a “enganchar” a los libros, a los quijotes,  llamémosles, antiguos.
Tardé algún tiempo. Pero entré por el aro…

Y encontré un catálogo, y luego otro… Y ahí fui haciendo mis pinitos…
Y tuve que aprender a pujar en Ebay….
Cuánto eché de menos no haber jugado más al julepe (que jugué alguna vez) o al póquer (que apenas jugué en mis años de universidad…) porque en realidad nunca me gustaron los juegos de envite, (bueno, sí, el mus…quién no sabe jugar al mus…). Me refiero a los juegos de envite con dinero de por medio… Porque, pese a ver tantas partidas de póquer en las películas, nunca me tiré yo para adelante... Para eso hay que valer…

Pero había que espabilar. Además, con la llegada del euro, los quijotes, como tantas cosas, me parecían que costaban menos…
El quijote de las 9000 pesetas, el del canónigo, hubieran sido unos 55 euros… creo…
Y pagar por un libro, 300 euros, no era o no parecía lo mismo que pagar 50.000 pesetas… Y ya no te digo 250.000…
De cualquier modo anduve al principio con mucho tiento.
No dominaba lo de las pujas automáticas y pensaba que iba a conseguir un quijote por un precio bastante razonable, justo, sin que me engañaran…. (tampoco sabía qué era lo razonable)… y me quedaba desolado cuando en la pantalla aparecía “Lo sentimos, no ha ganado el artículo, su puja ha sido superada…)

Vaya… Bueno. También es cierto que en más de una ocasión sentí un alivio… al ver “su puja ha sido superada”

Me pasaba las noches enteras esperando que llegara la hora de finalización de la puja (que a veces, por estar por ejemplo en América, coincidían con las horas más intempestivas…) Incluso noches en las que ponía el despertador para ver si me habían “superado” o tenía que pujar…

Algo parecido, salvando las distancias, nos cuenta Cervantes de Don Quijote: “…que se le pasaba las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio…” leyendo los libros de caballería…
O como se me recordaba el otro día cuando llegaba a la oficina corriendo para abrir el ordenador (no teníamos smarphones como ahora) porque se me pasaba la hora de pujar o de ver si me habían sobrepujado… Y lo que me enfadaba cuando me lo quitaban…quién sabe si por no haber arriesgado algo más…

¡Ay aquellas pujas!…Con el tiempo arriesgué un poco más.
Porque coleccionar se había convertido en un vicio… Quería llegar a cien quijotes que ya me parecía un número redondo y considerable…
Y claro que llegué a cien…Y no es, creedme, nada fácil. No.
Empecé ya a comprar en otras lenguas, sobre todo en francés… (los franceses tiene ediciones del quijote para dar y regalar… vamos tampoco regaladas…)
Y por supuesto en inglés. Al principio tener un quijote en inglés me parecía todo un descubrimiento… O tener el quijote con los grabados de Doré en francés…(y luego en portugués, en alemán…)

Hablando de idiomas, he de decir que no me ha preocupado incrementar mi colección con quijotes en muchos idiomas. Sobre todo porque, si exceptuamos las ediciones inglesas, francesas, alemanas, italianas, donde hay notables ediciones, la mayoría en otros idiomas, son modernas y no muy cuidadas, (la mayoría digo) ni en traducción ni en impresión. Pero aun y con todo, creo que son alrededor de 40 los idiomas o dialectos en los que tengo ediciones:

Además de en catalán, vasco, gallego, mallorquín, valenciano, en la colección hay ediciones, en francés, inglés, alemán, chino, japonés, vietnamita, turco, hebreo, árabe, polaco, indi, bengalí, maharati, tamil, griego, maltés, polaco, letón, armenio, ruso, gaélico, danés, islandés, holandés, tailandés, bosnio, yidish, esperanto, quéchua, guaraní, lunfardo, esperanto…

Y ya metidos en harina con los idiomas, digamos que en la colección hay otros quijotes que no son los de Cervantes…
Por supuesto el de Avellaneda, el llamado Quijote Apócrifo (en francés y en inglés, y ediciones muy tempranas, del siglo XVIII)
El Quijote Samurai, el Quijote de la Cantabria, el Quijote de la Revolución, El Quijote Socialista (un librito de poco antes de la guerra…) El Quijote a lo paisa, el Quijote en latín macarrónico…

Me falta el quijote en braille. Y no será porque no lo he intentado. Hasta he escrito a la ONCE pero no me han contestado. No habrán “visto” mi correo…


Más cosas.

Durante algún tiempo compré quijotes y quijotes. Y los conocía perfectamente. Y los tenía en la cabeza…Y sabía de qué año era cada uno y sus características…
Luego ya debía de fijarme…para saber si lo tenía o no. Y no comprarlos por dos veces, como alguna vez me pasó…
Hablo de quijotes no excesivamente caros. De uno o dos tomos.  Del siglo XX y alguno ya del XIX.

La cifra de 1000 (en euros) tardó mucho en entrar en mis pujas.  Tampoco recuerdo que hubiera muchos a la venta de esos precios que  ya eran y siguen siendo palabras mayores…
El primer quijote en el que me tiré al ruedo, valga la expresión, fue con el quijote de Sancha, de Antonio de Sancha… impecable, precioso…nuevecito, que se diría… como si no lo hubieran abierto apenas… Los cinco tomos, en piel. (El seminario tiene esta misma edición y es la que se expone aquí)…
A lo que iba. Que me “eché al monte” y me enzarcé en la puja… Y lo conseguí. Y sé exactamente lo que pagué… Me temblaban las manos en el teclado cada vez que subía la puja y me sobrepujaban… pero quería tenerlo… Y sé lo que pagué, a euro por año…y es de 1.797…
Era mi primer quijote del siglo XVIII. Luego vendría alguno más, por supuesto… Y alguno, creo que siete u ocho, del siglo XVII…

El Quijote de Sancha, con los comentarios de Juan Antonio Pellicer… es una edición ya bastante cuidada… antes de la famosa edición de 1780 de Ibarra.
La encuadernación, aun no siendo la original, es de gran valor. Los nervios del lomo, los mapas que nadie ha arrancado, los grabados… Los tres cantos dorados…No sólo el de arriba si colocamos los libros en una estantería…
Los cantos dorados para que no le entre el polvo…
Y además tiene dos ex libris destacables. De dos de las persona que fueron sus propietarios… (el tema de los ex libris también da para muchos capítulos… ahora se celebra en Sitges un congreso a algo así, de exlibristas del quijote, porque la temática del quijote se ha reflejado mucho en los exlibris, en todos, independientemente de que esos libros sean o no quijotes)

Como ejemplo de los exlibris el quijote de 1797 tiene dos: uno de JESSIE H. BUCHANAN y  otro de GEORGE WOODWARD WICKERSHAM. El libro lo compré en EEUU. Por internet, claro.
Y la wikipedia me dice que el tal George Wooodard fue secretario de estado del vigésimo séptimo presidente de los EEUU, William Howard Taft, que sucedió al más conocido Presidente Roosvelt…
Valga como curiosidad.


Como curiosidad y como recordatorio de que cada libro, ya lo hemos dicho, tiene además de la historia o lo que está escrito en sus páginas, tiene también la historia de su andadura, de su singladura. Su intrahistoria, su metahistoria. Y me atrae sobremanera.

Si se editó en Madrid, quién lo llevaría a EEUU dónde lo compré... Por dónde pasó, por qué propietarios. Si estuvo bien cuidado Cómo fue tratado, conservado... Cuánto fue leído…
En los quijotes de varios tomos, por ejemplo, en un quijote de cuatro tomos, el último muchas veces está menos usado, menos leído sin duda…
Se conoce que se cansaron antes de llegar al final…
Lo que os decía que dicen, lo que hablan, los libros, sus pastas, sus hojas…
Si se conservaron juntos los 4 tomos, o los 8, como cuatro, como ocho hermanos… (Cuántas veces no es así y sólo he podido conseguir un tomo de los dos, o cuatro…que son…)
Saber si sobrevivió a naufragios, a las llamas, a la humedad, a las polillas…
Ah las polillas… A la carcoma…

Como cuando compré el Quijote de Ibarra de 1782 (4 tomos en octavo que se editarían después del renombrado de 1780) y cuando lo recibí se me vino el mundo a los pies… La carcoma se había adueñado de él… hasta comérselo literalmente… Estaba, está, agujereado en el sentido literal de la palabra… descosido los cuadernillos…una desolación…
Lo envolví y sellé como pude. Tenía miedo de que las polillas, la carcoma se apoderase de mis otros libros… y lo puse en cuarentena, en un rincón apartado… hasta el otro día que lo ví…y lo aireé ya con más calma…sin miedo… Qué culpa tenía el libro…

Y es que se les llega a coger cariño, admiración, veneración… a esos seres inertes,  que viven y existen en la vida y en la existencia de la gente…
Y los abres sin forzarlos… mejor los entreabres… como se entreabre una puerta, una ventana…
En alguna ocasión, y al ir a enseñarle a alguien alguno de los quijotes, no me ha quedado más remedio que llamarlo al orden y casi lanzarme a quitarle el libro de las manos… ¡Hala!, sin contemplaciones, como quien abre una revista… a doble página, y repasa con el puño en la curvatura del lomo…
¡Por favor… Así no se puede tratar un libro…
Es una reliquia.  Habría que abrirlo, entreabrirlo, tocarlo, hasta con guantes… (de hecho así se hace en determinadas bibliotecas y anticuarios.)
En fin. Para no llegar a esas situaciones alguna vez he optado por guardar esos verdaderos tesoros y no dejarlos ver más que a través del cristal… Y si acaso.

Otra anécdota:
Cristal o parecido es lo que tiene la pequeña vitrina que contiene un quijote de 38 tomitos, moderno. Tiene una historia que os cuento muy brevemente.
Lo vi en internet y pujé por él. Y me superaron la puja. Y volví a pujar. Y volvieron a superarme. Yo estaba desconcertado porque no sabía exactamente qué quijote era. Mis conocimientos en esa época me decían que tenía que ser moderno. Pero mi predilección por los quijotes miniaturas me hacía seguir superando las pujas. Miraba y remiraba las fotos y hacía mis cábalas. Y pujaba, 300, 350, 400… así hasta cerca de 700 en que lo dejé, no sin cierto desconsuelo.
Una semana después recibí un mensaje del que lo había comprado diciéndome que me lo dejaba por la cantidad última que yo había pujado, que es que era un regalo para su padre, pero que ahora parece que no lo quería…
Le contesté que lo sentía. Pero que no me interesaba. Y no sé si le dije, o ya me pareció muy duro decirle que ya tenía el quijote de los 28 tomitos y la vitrina: mi librero me lo había conseguido. Se vendía con un periódico. Y costaba 75 euros creo…
De buena me libré.

Y qué más anécdotas.
Ah! Cuando recibí un correo electrónico donde alguien me decía, así como el que no quiere la cosa, como el que no tiene ni idea de quijotes, me decía que tenía un quijote muy antiguo…De 1605…De 1605? Anda ya… Con las pastas de pergamino…en castellano antiguo…
Me mandaba fotos y claramente era un facsímil de la primera edición…claro…Pero él insistía e insistía… Y no recuerdo cuánto me pedía por él.
Insistía, ignoro si por ignorancia, cosa que no creo, o porque pensara que me iba a dar el timo del tocomocho…
Que tengo aquí un quijote, que dice que Juan de la Cuesta, 1605…

Lo dejé sin más.

Otra cosa distinta ha sido cuando me han ido a visitar, en alguna ocasión, no sé quién les habría dicho que yo coleccionaba quijotes, diciéndome que tenían para venderme uno muy antiguo pero muy antiguo… (todo el mundo dice tener un quijote muy antiguo…) Yo le preguntaba que si no sabía de qué año era, o cómo era…
Al final me daba no sé qué tenerles que decir que el quijote muy antiguo que decían no tenía más de 50 años, que estaba valorado en unos 25 euros y que además ya lo tenía…
Pero eso son casos normales. Y ahí no había afán de engaño ni nada parecido.
Tan solo el lógico desconocimiento.

Y como muestra ya vale.

Seguí sumando quijotes a mi colección hasta, ya lo habéis oído, más de 600 ediciones, en más de 1.100 libros (por aquello de que por la extensión de la novela el quijote se ha publicado, en uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…diez, doce, dieciocho, treinta y ocho… volúmenes)

Y a la par que se incrementaba mi colección de libros, no podía por menos de hacerme con otra serie de objetos de ese interminable mundo del Quijote.

Aunque no pienso que Cervantes acertara a imaginar lo que sería luego el Quijote, el que sí imaginó o creyó en el Quijote fue el mismo don Quijote…
En esa cita del capítulo LXXI 2ª parte que tenemos en la Exposición, en la vitrina de los quijotes digamos en miniatura, lo dice:

“Yo apostaré (…) que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón, o tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas…”
He aquí una relación de esos objetos que tengo y que yo llamo:
QUIJICOSAS
·         ÁLBUMES DE CROMOS (5, 6 …) Chocolates Con pinturas Segrelles, dibujos…
·         Fototipias de las cajas de cerillas – Muy querida por mí
·         Otras CAJAS DE CERILLAS
·         Dedales
·         Insignias
·         Marcapáginas
·         LLAVEROS
·         BOTELLAS
·         CAJAS DE MÚSICA repujadas en cuero… (varias)
·         Cajas de HOJALATA de dulce de membrillo  (varias)
·         Colección de VITOLAS grandes
·         Platos de cerámica
·         PLATOS de cobre, de bronce con escenas del quijote
·         AJEDRECES con Sancho de peón, don quijote rey, dulcinea reina, torres molinos…
·         Gomas de borrar, lápices de colores, plumas, libretas, postales,
·         Calendarios, carteles…
·         JARRAS con la cara.
·         FIGURAS TALLADAS de madera de todos los tamaños
·         Mecheros (marca zipo)
·         JUGUETES, marionetas, peluches
·         MONEDAS conmemorativas de plata
·         SELLOS (desde 1960) colección de sellos… Sobres conmemorativos
·         Ceniceros
·         Estatuillas de cerámica, de metal…quijote y Sancho como soldaditos de plomo
·         CUPONES de racionamiento después de la guerra (con dibujos del Quijote…)
·         Cupones de la ONCE
·         Videos, cd de música, DVD con películas, dibujos animados, etc
·         Camisetas
·         CAMPANILLAS
·         Hasta un soplillo para avivar la lumbre…



Decía el anuncio de la conferencia, charla o lo que fuera, que iba a hablar de otros coleccionistas.
Tengo que deciros que no conozco a ninguno, ni tampoco he visto otras colecciones. Pero tiene que haber muchos.
O no sé si muchos.
Si os dais una vuelta por internet os encontraréis con distintos.
Yo no voy ahora a hacer comparaciones ni valoraciones.
Es una colección pienso que para tener en cuenta y ser valorada en distintos aspectos. Una colección que no se termina nunca…como decía al principio.

Cada libro es como un residente que tengo en acogida en mis estanterías y algunos, unos encima de otros. Se han adueñado de mi habitación de los huéspedes. Y de la librería del salón. Y del estudio.
Pero yo me siento muy bien acompañado. Son mi compañía. Y qué mejor compañía...
Es una colección que, como decía al principio, no se termina nunca y de cuando en cuando aparece otro nuevo inquilino…

Una colección de la que me siento orgulloso. Y con la que me siento feliz. Y que sigue llenando mi casa y mis días.
Y al hilo de estas consideraciones casi espirituales, aprovecho para manifestar el deseo de que todos esos libros y demás cachivaches se pudieran mostrar en un lugar, en un espacio adecuado, y con las condiciones apropiadas.

Por el valor cultural que sin duda encierran y por el reclamo a otros niveles y de atractivo turístico, etc. que podría significar para nuestra ciudad.

Y no quiero terminar sin expresar mi agradecimiento a Juan Carlos Sánchez, rector del Seminario, mentor, diseñador y artífice de esta magnífica Exposición CERVANTES, LENGUA DEL ALMA, que, por derecho propio ha sido inscrita dentro de las actividades oficiales del 400 Aniversario de la Muerte de Cervantes.
Sin su empeño, su trabajo y su tenacidad nada hubiera sido posible.
Gracias al Seminario, pues,  y demás comisarios. A la Fundación Ciudad Rodrigo, Ayuntamiento y demás colaboradores por hacer posible esta, sin duda, importante y ya reconocida Exposición.
Gracias a todos vosotros por venir a escucharme.

Y, concluyo, parafraseando el final del Quijote. ¿Vale?

Vale.


















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